¿Qué se celebra en lag baomer? ¿Quién fue Rabí Shimon Bar Iojai? ¿Qué hizo? ¿Es acaso más importante que figuras como Abraham avinu o Moshe Rabeinu?
por Jonathan Berim (basado en una charla del Rab. Shimshon Pincus ZTL)
Twitter: @JonathanBerim
Lag BaOmer es un día especial. Es, por lejos, la mayor peregrinación judía del momento. Centenares de miles se convocan en el monte Miron, al norte de Israel; lugar de descanso de Rabí Shimón bar (hijo de) Iojai para profesar su reverencia, su agradecimiento y volcar su corazón hacia nuestro Padre Celestial.
También son muchas las poesías que homenajean a Rabi Shimón bar Iojai. Algo que no ocurre con Abraham, nuestro patriarca, ni con su hijo Itzjak, ni con Iakov, ni con Moshe, ni con Iehoshua, ni con el rey David…
En estos aspectos vemos como Rashbí (acrónimo de Rabí Shimón bar Iojai) se destaca por sobre cualquier otro personaje de la historia judía. Más aún, una de las alabanzas que encontramos en una de las poesías en honor a Rashbí es: “Naase adam, neemar baaburejá”. La traducción (tomando prestada la frase de Nino Bravo en ‘América’) es: “Cuando Dios hizo al ser humano -adam-, pensó en Rabi Shimon”. Rashbí es entonces, el ser humano por excelencia. El ser ejemplar que imaginó Dios al crear al hombre.
¿Que significa la palabra “adam”?
Para poder entender la grandeza de Rashbí, primero debemos entender que quiere decir la palabra hebrea “adam” -ser humano-. La palabra esta compuesta por la letra “alef” y la palabra “dam” -sangre.
La letra alef se escribe con la mismas letras que la palabra “pele” -maravilloso-. Esta letra representa la divinidad más pura e infinita. Es un concepto tan inabarcable que, a la hora de crear este mundo físico, Dios tuvo que saltear esta primera letra del alfabeto y comenzar por la siguiente, la letra bet. Representa la espiritualidad, una dimensión completamente incompatible con nuestro mundo físico.
La segunda parte de esta palabra es “dam”, que quiere decir sangre. Uno de los representantes más descriptivos del mundo físico en cual vivimos. De nuestros cuerpos materiales, de nuestros instintos.
Lo que hizo Dios al crear al hombre fue el acto más maravilloso posible: combinar el alma que es una entidad espiritual e imbuirla dentro del cuerpo, un conjunto de órganos físicos. Unir y establecer las condiciones para que se mantengan juntos en el tiempo. Dar lugar al “adam”, la combinación latente de ambos mundos.
[Es en base a este gran milagro que nuestros sabios compusieron la bendición de “Asher Iatzar” que termina diciendo “que crea al hombre y hace maravillas” -Tur Or HaJaim 6]
La entrega de la Torá – el milagro se repite
Moshé rabeinu fue el participe necesario de uno de los sucesos más trascendentes de las historia de la humanidad: la entrega de la Torá. Esta última es el mayor exponente del mundo espiritual y se encontraba en los Cielos. Via Moshe, Dios hizo bajar la Torá a la Tierra. Se creó así una conexión entre ambos mundos.
Es así como seres de carne y hueso en un mundo material, reciben las mitzvot -preceptos- que permiten combinar ambos mundos. Elementos materiales puestos al servicio de lo espiritual logran mantener unir estas dos realidades y llevarlas a la realización.
Rabí Shimón bar Iojai
Rashbí fue uno de los más grandes sabios de la época de la mishna (tanaitas). Fue alumno del famoso Rabí Akiva y autor del Zohar, que es el libro base de lo que se conoce como el sod – la mística judía o kabala.
Moshé conectó al mundo con el pshat de la Torá – las enseñanzas surgidas del texto. En cambio, Rashbí es el hacedor de una conexión aún más dificil. Conectó a la humanidad, desde sus contemporáneos y hasta la el fin de los días, con las enseñanzas más profundas y, por lo tanto, más inaccesibles de la Torá.
Es así como su intervención en la historia logró tamaña trascendencia. Rashbi es sinónimo de adam, de lograr la suprema conexión entre el mundo físico y el espiritual.
La misión.
El judaismo plantea la completa sociedad entre la materia y el espíritu. No hace falta retirarse a vivir solo en la cima de un monte o apartarse de los placeres del mundo para ser una persona espiritual. Justamente lo contrario es correcto. Solamente viviendo en el mundo material y dándole a lo material un sentido, podemos convertirnos en personas espirituales.
Un pedazo de cuero en un tefilin, una moneda en Tzedaká (ayuda a quien lo necesite), una comida en energía para hacer actos de bien. La lista es interminable, todo puede adquirir un propósito.
Quiera Dios que podamos subirnos a este puente que estableció Rashbi y ser parte de la conexión entre el Cielo y la Tierra.