por Jonathan Berim (Twitter: @JonathanBerim)
Uno de los miedos más recurrentes entre los usuarios de Facebook es confundir la barra de estado con la de búsqueda. Que aparezca en ‘el muro’ y sea leído por todos sus contactos lo que él estaba buscando anónimamente.
Ya se desarrolló y probó un dispositivo que evita escribir las contraseñas. Es un scanner cerebral que detecta e interpreta los pensamientos. Con solo pensar la clave, se consigue el acceso deseado.
En un futuro no muy lejano, las redes sociales podrán estar conectadas directamente a nuestro cerebro y todas nuestras acciones y pensamientos serán publicados de forma completamente automática.
¿Sería esto un gran avance de la ciencia? ¿Sería una innovación beneficiosa o perjudicial? ¿Cambiarían nuestros hábitos?
¿Cómo nos comportaríamos si todos lo que hacemos y pensamos es revelado de manera instantánea a todos nuestros conocidos?
De eso se trata la perashá Tazría – Metzorá. Cuando el pueblo de Israel se encontraba en un elevado estado espiritual y residiendo en la Tierra más elevada de todas, Eretz Israel; existía el concepto de negaim (manchas). Cuando una persona contaba a otra, intimidades sobre un tercero, lashón hará; inmediatamente aparecían en las paredes de la casa del que habló, unas extrañas manchas. Si se arrepentía y corregía su accionar, se solucionaba el asunto. En caso contrario, las manchas pasaban a la ropa y, de obstinarse en el error, afectaban la piel de la persona (una enfermedad de índole puramente espiritual pero cuya manifestación física, en ésta tercera etapa, es similar a la lepra).
La transgresión de la persona se hacía pública y todo el vecindario, sus amigos y conocidos se enteraban. ¿Qué clase de siata dishmaia (ayuda espiritual) es esta?
Algo similar ocurría con el tzitz (ornamento frontal) del kohen gadol. Cuando se acercaba uno al kohen gadol, veía en este ornamento la prueba espiritual que tenía que superar en el corto plazo. Y algo similar se cuenta sobre el Arizal y su capacidad para ayudar a las personas a encontrar su objetivo en la vida.
Esto se puede responder con una parábola.
Un hombre tenía que cruzar un peligroso bosque junto con su hijo pequeño. Para defenderse de posibles ataques de animales salvajes, cargó y empuño su arma en una mano y agarró a su hijo con la otra; indicándole claramente que no se suelte hasta no terminar de atravesar el bosque.
En un momento de distracción de ambos, el hijo se soltó y se alejó de su progenitor. Al notar la separación, ambos comenzaron una intensa y desesperada búsqueda para reencontrarse entre los acechantes peligros del bosque.
Luego de interminables minutos, ambos se encontraron y el padre del dio una bofetada al hijo por alejarse; luego de la cual se unieron en un sentido abrazo.
El golpe no es doloroso si proviene de la unión. El golpe es una llamada de atención para bien, para que no se repita el error y puedan continuar caminando juntos y seguros.
Cuando el pueblo de Israel gozaba de una gran elevación espiritual, incluso los pequeños errores eran advertidos públicamente. ¿Con qué fin? Simple. Ayudarnos a mejorar aún más nuestros rasgos de carácter y nuestro comportamiento.
¿Cómo nos comportaríamos si nuestras acciones serían publicadas instantáneamente? De ser personas de bien, con la pura intención de mejorar, seguramente esto nos sería de gran ayuda para cuidar nuestro comportamiento en todo momento y acelerar nuestro crecimiento personal.
“Hay un ojo que ve, un oído que escucha y todos los actos de la persona son registrados en un libro” Pirkei Abot 2:1