por Jonathan Berim – Twitter: @JonathanBerim
La Torá hace una pausa importante en la historia del Éxodo para contar la genealogía de Moshé y Aarón. La enseñanza es clara: no importa cuan grande llegue una persona, ni cuantos milagros haga, siempre tener en claro que es un ser de carne y hueso, como vos y como yo.
Muchas son las implicancias de esto: primero la humildad, siempre recordar los comienzos. Quien no recuerda de donde viene, termina cayendo en la soberbia y sufriendo toda clase de desvíos por causa de esta.
Segundo: la fidelidad. Quien no es leal a su lugar de origen, termina creyéndose quien no es.
Tercero: replicación. Todas las figuras son ejemplos a imitar. No hay límites para el alcance del crecimiento humano. Solo pensar en ellos como ángeles o figuras celestiales los hace automáticamente inalcanzables y no debe ser así.
Todos podemos llegar a niveles altísimos. Depende de nosotros.